Artículo Publicado
en la revista "Actualidad"
de la Universidad Autral
el 30 de agosto de 1995.-


El término "Universidad" es tan elocuente, que se rebalsa a sí mísmo, por las perspectívas y ensoñaciones que esta palabra, tan cargada de tonalidades múltiples, provoca.
Superando las dolorosas subjetividades, podémos columbrar algúnos hechos con cierta capacidad explicativa y definitoria.
Hay una realidad que solapadamente crece, sobre todo en nuestra cultura occidental y esto es el "intelecto", que de suyo, elegante y complejo, no es en modo alguno suficiente como fuerza organizadora y generativa de conciencia y de resposabilidad moral, consideración mútua y respeto al entorno.
El mundo está saturado de información y no tiene ni la capacidad ni la decisión de implementación. Nótese que Gasset dice:"Somos lo que creemos" y no lo que sabemos.
Las fuerzas movilizantes que operan dentro de las pretendidas universidades, son más bien potencias atávicas y telúricas, antes que valores superiores, puesto que el status social, el poder, el afán de lucro, siguen siendo los fines supremos
Los sistémas de selección son dudosos en sí mísmos, puesto que al ser un buen negocio, los instututo de de PAA proliferan. Se hipertrofian artificialmen te habilidades, sin plantearse honestamente la enorme dimensión, que dimana un quehacer integral o arquetípico, distante en naturaleza de una entidad politécnica o profesionalizante.
Al no haber alternativas de valor que satisfagan el ego lo suficiente, se tiene que recordar necesariamente a Azorín, quien nos habla de aquel famélico hidalgo, quien blandiendo su espada, heredera de tantas glorias(presuntas o reales), satisfacía sus necesidades más urgentes... con sus sueños.
Ahora, para graficar nuestra situación, la estructura universitaria se parece a una gota de agua invertida. Un enorme y desproporcionado aparataje montado sobre una base productiva minúscula y para sólo catorce millones de habitantes. No deja de ser un espectáculo grotesco y de dolorosas consecuencias: abaratar la mano de obra con cesantes ilustrados.
El influjo constructivo es pobre: nunca antes Chile había conocido tanto vicio, tanta violencia masiva, tanto escepticismo nihilista.
¿Puede ser creatividad vivir imitando a Europa, mientras ellos se rien y nos desprecian?
¿Y qué pasa con la Universidad Tercer Mundista y autoctonista, Bolivariana, participativa y creativa, superadora de la fastuosidad elitista que nos recuerda la época medieval?
¿Escolaridad y educación; podrán acercarse en la solidaridad y no diverger en la controversia?
¿Pioneros y diplomados, podrán tenderse la mano en un esfuerzo unificante en pos de la superación humana?
¿RESISTIRA LA DEMOCRACIA UNIVERSITARIA UNIVERSITARIA Y PODRA SALIR OTRA HOJITA...?