Escribe: p. nelson henríquez v.

Artículo publicado, el jueves 29 de julio de 1982, en el desaparecido diario 24 Horas.-


"Los partidarios del localismo en toda América estaban ciegos"


Rufino Blanco Fombona (Escritor venezolano)



Vivimos en un mundo cada día más competitivo, altamente tecnificado y dotado en ciertas partes de equipos humanos eficientes, con gran visión de futuro, audaces y decididos. Para bien o para mal, este es un fenómeno imperante, dobre todo a partir de la Revolución Industrial; aunque sus raíces se hunden profundamente en el tiempo.

Estados Unidos de Norteamérica, viene a ser una renovación de Europa, en América, con una agresividad política, con un sentidio de tener muy claro lo que quiere y, con un principio de unidad, que visto desde afuera, resulta envidiable...

Los imperios antíguos, tenían entre sus características, el sentido mesiánico del universalismo y pese a sus aspectos negativos, la unidad y las obras de la Paz Romana, por ejemplo, resultan admirables hoy en día.

Las dispersas tribus árabes; bajo el común denominador del Islám, se expandieron y desarrollaron una cultura, que aún nos sorprende, teniendo por base la percepción de la fuerza de la unión.

Rusia Zarista, un inmenso mosaico de territorios y naciones, conservó en sus periódos más tristes, un hile de cohesión, ya sea impuesto a la fuerza o por otras causas. Hoy día, con un régimen económico e ideológico, que parece ser la antítesis de lo conocido, constituye una potencia de primer orden, con ultra poderosa industria, base de su economía y, disponiendo de un esfuerzo de esrtudio e investigación, que la sitúa a la altura del mundo occidental.

Japón, es un ejemplo que asombra en todas latitudes, en un caso aún no debidamente explicado, por cuanto fue capaz de romper sus ataduras arcaicas, asimilandio los fundamentos de la ciencia, la técnica y el estilo de sus rivales de ultramar, desarrollando un poderio económico de una laboriosidad, simplemente emncomiable, conformando un imperio comercial.

La India, antigua y mística, bajo el impulso de los gobiernos, desde Gandhi hasta hoy, bregan en pos del despegue material e industrial, pues la alternativa es clara. desarrollarse o perecer.

Igual cosa puede decirse de China, la que despertando de un letargo de siglos, acorta a grandes pasos la distancia de las principales potencias.

En cambio, nuestra América, una vez liberada del dominio colonial, pareció fosilizarse, ante la interrogante del qué hacer una vez concluidas las luchas independestistas. Al parecer, faltó el sentido politico de altura,la visión de futuro, el plantearse grandes metas, que han tenido las élites dirigentes de otras latitudes. Se careció de un cuerpo colegiado, en cuanto falló la organización y el pricipio unitariol; pues las escasas figuras de relieve, como Simón Bolívar, fueron absorvidas por el letargo provinciano de corto vuelo. La unidad americana nació muerta. Imperó el caciquismo localista, el liderazgo de barrio,nada de grandes objetivos, eso era propio de la cultura europea o de sueños napoleónicos, de lo cual, se acusaba a quienes pensaban con mayor visión.

La vida, la historia, nos demuestra que el desarrollo ha sido y es, de los "pueblos Continentes". Lincoln, en aras dela causa de la unión sobre el separatismo surista, diferencia fundada en sus distintas economías: industrial la primera y agraria la segunda, no vaciló en defender la cohesión contra el fraccionamiento, asegurando a su país, vigencias y prosperidad.

En cambio, en nuestra América, hablar de unidad, resulta irrisorio, romántico y utópico; un tema de esta índole hace sonreir a cualquiera, aunque tal posición ha significado nuestra ruina, si se comparan los niveles de algunos países europeos, que nos superan infinitamente, aunque sean menores que una provincia chilena.

En otras parte sí ha sido posible la unión, salvando deiferencias tan objetivas como las barreras idiomáticas, atraso de siglos y rivalidades; los resultados están a la vista.


En esta época, en que las naciones líderes se aprestan a conquistar el espacio exterior, en que la tecnología bordea el nivel de los más atrevidos sueños y vislumbran la apertura de un nuevo periódo en la historia, vemos como el fantasma del fratricidio ronda por América, en disputas que son resabios de tiepos pretéritos.

El futuro pertenece a los Pueblos Continentes, en contrapartida a la fragmentación atomizante, que no podemos superar. Las "republiquetas" de las cuales hablara Bolívar, son impetentes ante la envergadura de las tareas de hoy, en circunstancias que el abismo que nos separa de los países desarrollados, se ahonda, en vez de disminuir.

Ciertamente, es un hecho que llama a la reflexión y que no se agota en varios ensayos.-